Olivar, vol. 21, nº 34, e107, noviembre 2021 - abril 2022. ISSN 1852-4478
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Artículo

La princesa Kristina de Noruega en la novela histórica postmoderna: proyecciones ficcionales e interpretaciones actuales de la cultura alfonsí1

Mechthild Albert

Universidad de Bonn, Alemania
Cita recomendada: Albert, M. (2021). La princesa Kristina de Noruega en la novela histórica postmoderna: proyecciones ficcionales e interpretaciones actuales de la cultura alfonsí. Olivar, 21(34), e107. https://doi.org/10.24215/18524478e107

Resumen: El presente artículo analiza el reciente boom de novelas históricas dedicadas a la princesa Kristina de Noruega (1234–1262), esposa del infante Felipe de Castilla, que contribuyen a construir la época de Alfonso X como lugar de la memoria desde una perspectiva actual, enfocando, entre otros, la condición femenina, la convivencia intercultural y la idea de Europa. Asimismo, varios recursos metaficcionales sirven a poner de relieve la relación entre ficta y facta.

Palabras clave: Alfonso X de Castilla, Kristina de Noruega, Lugar de la memoria, Novela histórica posmoderna, Ficta y facta.

Princess Kristina of Norway in the postmodern historical novel: fictional projections and current interpretations of Alphonsian culture

Abstract: This article analizes the recent boom of historical novels dedicated to Princess Kristina of Norway (1234 - 1262), wife of the infant Philip of Castile, which contribute to construct the time of Alfonso X as a site of memory from a current perspective, focusing, among others, on the feminine condition, intercultural coexistence and the idea of Europe. Likewise, several metafictional elements serve to highlight the relationship between ficta and facta.

Keywords: Alfonso X of Castile, Kristina of Norway, Site of memory, Postmodern historical novel, Ficta and facta.

La conmemoración del VIIIo Centenario del nacimiento de Alfonso X de Castilla (1221-1284) constituye un hito de un amplio movimiento de recuperación cultural de este personaje señero del Medioevo hispánico tanto por parte de la investigación histórica como por parte de la ficción literaria, puesto que ambos contribuyen a convertir la era alfonsí en un verdadero lugar de la memoria. Por una parte, los científicos de varias disciplinas como la Historia, la Historia del Derecho, la Historia del Arte o la Filología examinan su papel como legislador y creador de una ideología política, así como la dialéctica entre saber teórico y poder efectivo, la erudición del monarca y su actuación decisiva en la transmisión de saberes interculturales. Por otra parte, la novela histórica postmoderna de ambientación medieval, paradigma narrativo iniciado por Umberto Eco en 1980 con El nombre de la rosa también repercute en España con éxitos comerciales como La catedral del mar (2006) de Ildefonso Falcones, o el reciente Sidi. Un relato de frontera (2019), de Arturo Pérez Reverte. Es en particular la literatura de ficción que, gracias al poder creador de su inventiva, contribuye a modelar la era del Rey Sabio como una especie de Edad de Oro medieval investida del prestigio de la convivencia.

Conforme con el planteamiento del neomedievalismo, al utilizar esta época remota como pantalla de proyección para sus ficciones, las novelas escogidas en el presente estudio revelan con especial claridad los intereses, problemas e inquietudes del siglo XXI, buscando “darle un sentido a un presente determinado con una idea concreta”.2 Condicionadas de esta manera, estas (re-)construcciones narrativas enfocan, en particular, la interculturalidad y el feminismo, poniendo de relieve, una vez más, la dialéctica entre alteridad y modernidad de la Edad Media.3

Estos dos factores convergen casi inevitablemente en el personaje efímero de Kristina de Noruega (1234-1262), hija del rey Haakon IV (1204-1263), esposa del infante Felipe (1231-1274) y desgraciada cuñada de Alfonso X, que también despertó el interés de la investigación académica.4 Evidentemente, la presencia de Kristina de Noruega en la corte alfonsí constituye un incidente nimio, condicionado por la política internacional del rey de Castilla y que apenas ha dejado huella en las crónicas. Sin embargo, son precisamente los escasos datos biográficos de la princesa, su origen lejano y su muerte temprana los que transforman este episodio en punto de arranque de estas obras narrativas, al favorecer la libertad de imaginación de los literatos. Después del impulso inicial dado en 2003 por Juan Arroyo Conde con la obra de ficción Kristina la flor de Noruega,5 hacia el año 2010 se acumulan de repente las novelas históricas en torno al personaje de Kristina de Noruega. Nada menos de cinco títulos se publican entre 2010 y 2011, a saber la obra de teatro Kristina de Noruega. La flor partida, del dramaturgo murciano Manuel Muñoz Hidalgo, así como las novelas Sol entre la bruma (2010), de María Jesús Montiel, Los escarpines de Kristina de Noruega (2010), de Cristina Sánchez Andrade, La cúpula del mundo (2010), de Jesús Maeso de la Torre, y La flor del norte (2011), de Espido Freire. En el contexto del renovado interés por la época de Alfonso X también cabe tener en cuenta que cinco años más tarde, en 2016, el renombrado literato José María Merino edita una versión modernizada de Calila y Dimna, fabulario árabe traducido al castellano en 1251 por orden del entonces infante Alfonso.

Debido a motivos circunstanciales, nuestra elección recayó sobre las tres últimas novelas mencionadas para constituir el corpus del presente artículo. Los autores respectivos van desde Espido Freire (*1974), Premio Planeta 1999 y novelista de renombre internacional por sus aproximaciones literarias a la condición femenina, a la traductora y escritora Cristina Sánchez Andrade (*1968), pasando por José Maeso de la Torre (*1949), periodista y novelista especializado en el género de la novela histórica. La personalidad de estos autores resulta, sin embargo, de interés secundario, pues el enfoque del presente artículo prioriza el análisis de aquellos motivos y recursos narrativos que determinan a estas novelas en cuanto construcciones de la cultura alfonsí como lugar de la memoria, elucidando a la vez las funciones que estas puedan cumplir para la identidad cultural de la España actual.

El andamiaje teórico-metodológico del presente estudio se basa en una serie de conceptos apropiados y reconocidos, mencionando en primer lugar la idea de “metaficción historiográfica” (historiographic metafiction) desarrollada por Linda Hutcheon (1988) para caracterizar la novela histórica postmoderna que se distingue por su alta carga de autorreflexividad, señalando con ello que el proceso de creación novelística se ve reflejado a un nivel intradiegético (Genette) en el sentido de una “puesta en abismo” o “relato especular” según Lucien Dällenbach (1977), a la que también contribuyen referencias intertextuales. Otro fenómeno constitutivo es la interrelación entre historiografía y ficción que tienen en común determinadas estrategias narrativas y recursos ficcionales, tal como ha puesto de relieve Hayden White (1973 y 1978), y a la que aludirán en más detalle los subtítulos de este estudio denominados “Entre ficta y facta”. Asimismo, también nos referimos, evidentemente, al concepto de “lugar de la memoria”, acuñado por el historiador francés Pierre Nora (*1931) y que designa, en una acepción no exclusivamente espacial, un topos de la memoria cultural, construido a partir de intereses y necesidades actuales.

De acuerdo con esto, primero se analizarán los paratextos de las novelas, que evocan los estereotipos más elementares con vistas a definir el horizonte de expectativa y dirigir la recepción. En segundo lugar, se tomará en cuenta sus estructuras, junto con los recursos narrativos destinados a dar una visión a la vez ficcionalizada y modernizada de los hechos históricos para terminar con la reflexión o “puesta en abismo” de la reconstrucción de la memoria. La conclusión intentará situar los tres ejemplos literarios analizados en un contexto más amplio de memoria cultural a partir de unos datos históricos del siglo XIII llevados a la ficción novelística.

Paratextos y estereotipos

A continuación, se presentará un primer acercamiento a las tres novelas escogidas a través de los respectivos textos de propaganda que aparecen en la contraportada, movilizando los habituales estereotipos y tópicos populares asociados con la Edad Media hispánica para servir de acicate a eventuales lectores. El anuncio de La cúpula del mundo, el más breve de estos paratextos, reza como sigue:

En la Europa oscura del siglo XIII, la ambición del rey Alfonso el Sabio por convertirse en emperador del mundo cristiano altera el destino de una bella princesa, nacida entre las brumosas tierras de Noruega, y del hombre que la ama en secreto. (Maeso de la Torre, 2010)

Esta sola frase contiene un cúmulo de datos relevantes: En el centro se sitúa el ambicioso proyecto imperial del rey, que parece actuar como motor de la acción que implica a tres personajes: el mismo monarca, Kristina y el “hombre que la ama en secreto”. Estas pocas palabras, con sus epítetos básicos (oscura, bella, brumosas), prometen por lo tanto una sugerente historia de amor y de poder enmarcada en un cronotopo medieval europeo, caracterizado por el atributo “oscuro”, que abarca el “mundo cristiano” desde Castilla a las tópicas “brumosas tierras de Noruega”, incluyendo, como se verá a lo largo de la acción, los territorios y estratagemas de la Orden teutónica que servirán para añadir un elemento de conspiración a la manera de Dan Brown. El mismo siglo XIII está connotado, en el paratexto de Los escarpines de Kristina de Noruega, con la Reconquista y con una plaga de langostas de resonancias bíblicas que da un aire de realismo mágico a la narración:

Siglo XIII. La Reconquista está en pleno auge. Una plaga de langostas asola Castilla y una mujer, ante los primeros dolores del parto, detiene su caballo en los inhóspitos páramos de Toledo. Antes de dar a luz, hace algo extraño: entierra sus hermosos escarpines y con ellos, el secreto que encierran. La mujer es Beatriz de Suabia y el niño que viene al mundo es el futuro Alfonso X el Sabio. Al lado de Beatriz está su suegra, doña Berenguela la Grande, la mujer que más influencia tendrá sobre el futuro rey, para el que tiene planeado un glorioso destino: convertido en emperador del Sacro Imperio Romano. Años más tarde, cuando la princesa Kristina de Noruega llegue a Castilla para casarse con Alfonso, tendrá en su poder los escarpines, pero ¿cómo es posible? Y, sobre todo, ¿qué misterio encierran? (Sánchez Andrade, 2010)

El resumen hace resaltar el aporte femenino por no decir feminista de la novela, pues pone de relieve a tres generaciones de mujeres –Berenguela, Beatriz y Kristina– respectivamente abuela, madre y cuñada de Alfonso X. El protagonismo indiscutible recae en Berenguela, representada como inspiradora tanto del “fecho del Imperio” como de la alianza matrimonial entre Castilla y Noruega. El atributo femenino de los escarpines que sirve a modo de leitmotiv simbólico6 relaciona estos destinos mujeriles en un aura de “secreto” y “misterio”, términos que crean una expectativa de suspense para una novela caracterizada por sendos críticos como “leyenda”7 y “fábula”8, mezclando ficta y facta en una hibridez genérica propia de la narrativa historiográfica metaficcional.

El “misterio” vuelve a aparecer en el paratexto de La flor del norte como atributo de Kristina, estilizada, además, como víctima inocente del antagonismo cultural entre Norte y Sur:

Esta es la historia de una mujer atrapada entre dos mundos muy diferentes. Es el relato de una misteriosa princesa vikinga que vino del frío para morir sola en las luminosas tierras de Sevilla. También es la vida de una infanta, cuñada de Alfonso X el Sabio, ninguneada por todos y obligada a resistir los embates de la hipócrita sociedad castellana.

Con una prosa exquisita y sugerente, Espido Freire nos mete en la piel de Cristina de Noruega, una figura tan cautivadora como desconocida de nuestra Historia, en esta novela marcada por el deseo y la nostalgia. (Freire, 2011)

Su muerte solitaria en España invierte las connotaciones de la dicotomía cultural estereotipada entre Norte y Sur. La visión desde dentro del sujeto femenino (“en la piel”) relega al rey a un lugar secundario, poniendo de relieve, asimismo, el mecanismo de proyección antes mencionado: como “figura tan cautivadora como desconocida de nuestra Historia”, Kristina se presta a todo tipo de invenciones –marcadamente afectivas (“el deseo y la nostalgia”)– que, a pesar de su carácter imaginario, pueden pretender ser una operación de rescate histórico (“ninguneada”, “desconocida”).

Estructura y recursos narrativos

Después de comentar los paratextos como acceso interpretativo, conviene comparar las tres obras narrativas en cuanto a su macroestructura y recursos narrativos. Las tres novelas, todas ellas muy voluminosas (Escarpines con 366 páginas, Cúpula con 548 y Flor con 553), evocan distintos lapsos de tiempo. Mientras que la acción de Los escarpines se extiende de 1221 a 1262, es decir desde el nacimiento de Alfonso X hasta la muerte de Kristina, con una retrospectiva (cap. 2-7) que se remonta hasta 1188, Cúpula abarca los veinte años decisivos del “fecho del Imperio”, de 1255-1275.

En La flor del norte, el presente de la narración en primera persona se centra en el último año de vida de la princesa enferma y moribunda, 1262, pero los recuerdos que evoca abarcan toda la memoria familiar hasta su bisabuelo, es decir más de las tres generaciones propias de la memoria oral. Esta novela de la memoria posee una estructura simétrica con dos partes casi idénticas, separadas por el capítulo “El viaje de Cristina, 1257-1258” que funciona como eje de la narración, integrando, además, citas provenientes de una crónica escandinava, la Hákonar saga Hákonarsonar. Las dos partes comienzan definiendo el cronotopo de la princesa enferma –“Sevilla, 1262”, “Ahora”– pasando con el capítulo “Nací” a las memorias y reflexiones de la protagonista-narradora que enfocan a familiares escogidos. La única diferencia se observa en la segunda parte, donde un capítulo titulado “No”, en el que se revela el envenenamiento de Kristina, es intercalado entre “Nací” y la evocación de la abuela. De esta manera, la narración se desenvuelve en dos niveles temporales que “permite[n] la representación del pasado y al mismo tiempo una crítica presente de ese mismo pasado”,9 ilustrando con ello la dinámica de la memoria en cuanto “actividad psíquica” y “operación intelectual”.10

La estructura de Los escarpines, a su vez, resulta relativamente desigual, debido al desplazamiento del interés por parte de la autora que quería escribir una novela sobre Kristina y quedó fascinada por Berenguela. Por ello, la primera parte, centrada en la abuela de Alfonso, cuenta con 36 capítulos, contrastando con la segunda, de solo 9 capítulos, que narran la evolución de Kristina, desde su viaje hasta su muerte. El eje de la acción es la visita de los representantes de la República de Pisa, el 17 de marzo de 1256, al que se dedica el último capítulo de la primera parte, episodio decisivo del “fecho del Imperio”.

La cúpula del mundo, mientras tanto, consiste en tres partes enmarcadas por un “Preludio” y un “Epílogo”, ambos situados en el año 1275, en cuyos títulos se menciona al “rey acosado” y al “rey soñador”, y que nos presentan al Rey Sabio desilusionado y mermado. Las tres partes relatan, en retrospectiva, el viaje de la delegación española a Noruega, con el enamoramiento del médico Beltrán Sina con la infanta noruega; la intervención de la Orden Teutónica en el “fecho del Imperio”; así como las actividades de una sociedad secreta encabezada por Yehuda Ben Moshe, bibliotecario y médico de Kristina, que opera en la biblioteca, corazón de la monarquía del Rey Sabio.

En cuanto al punto de vista de la narración, a excepción de La flor del Norte, donde la misma Kristina aparece como narradora en primera persona e instancia subjetiva que permite una visión interiorizada de una princesa “exiliada” por motivos dinásticos, las otras dos novelas tienen un narrador omnisciente, centrándose, sin embargo, en un personaje principal, quien sirve a enfocar el relato. En Los escarpines, la reina Berenguela de Castilla (1180-1246), abuela de Alfonso X, domina la acción por su obsesión imperial y su vida emocional desequilibrada. En La cúpula del mundo, el punto de vista de la narración (subordinado a un narrador heterodiegético omnisciente) es determinado por Beltrán Sina, personaje predestinado a cumplir una multitud de funciones. Como bibliotecario real, es cercano al rey sabio; por su “ascendencia extranjera” –es decir judía o musulmana– ilustra el fenómeno de la convivencia; como miembro de la delegación española y enamorado de Kristina está directamente vinculado con los acontecimientos históricos; como “médico del alma”, es decir psicólogo, no solo representa la “modernidad” científica de la época de Alfonso X, sino que además permite un acercamiento psicológico íntimo a los protagonistas.

Alteridad y Modernidad

Hans Robert Jauß comentaba en su momento (1977) la dialéctica entre alteridad y modernidad que caracteriza nuestra aproximación hermenéutica a la literatura medieval. Esta misma tensión se observa en los relatos novelescos que se sirven de la Edad Media como pantalla para proyectar en ella rasgos y problemas modernos. Esta supuesta modernidad de la Edad Media es un elemento fundamental que comparten todas las construcciones del lugar de la memoria llevadas a cabo en las novelas analizadas y que José María Merino pone de relieve de manera paradigmática en sus reflexiones a propósito de su nueva traducción del Calila y Dimna. Como se recuerda, la primera traducción del árabe al castellano de esta colección de fábulas orientales fue encargada por el entonces infante Alfonso en 1251, seguida por otra traducción del latín publicada bajo el título Exemplario contra los engaños y peligros del mundo en un incunable de 1493. En 2016, el prestigioso autor y miembro de la RAE subraya el “aire sorprendente de modernidad” que descubre en esta “pieza literaria inaugural” (p. 10) cuya traducción al español de hoy deberá contribuir a transformar la “arqueología cultural” en “literatura viva y palpitante” (p. 9). La “actualidad” expresiva y estructural de la obra” (p. 14) se manifiesta “tanto en la curiosa estructura general” de los cuentos imbricados como en el análisis psicológico de “unos comportamientos que parecen proyectarse con acierto en las ambiciones y manejos oscuros del mundo en que vivimos“ (p. 11): “[N]inguna de las actitudes y pasiones que se presentan en el conjunto del libro –la ambición de poder, el fingimiento, la deslealtad, la traición, la ira destructora, la adulación, la hipocresía, la falsedad, la corrupción, pero también el espíritu y la amistad verdadera– ha desaparecido del mundo” (p. 15). En conclusión, el Calila constituye un “clásico” cuyas “virtudes literarias le dan esa dimensión atemporal, y por lo tanto moderna” (p. 15), a pesar de referirse a un “mundo estamental”.

Esta dialéctica se hace patente, por ejemplo, en una entrevista con el autor de la Cúpula, donde se afirma tanto la diferencia como la identidad en el ámbito antropológico: “Hay que tener en cuenta que en aquella época eran muy distintos de nosotros, muy religiosos”, planteando, al mismo tiempo, la pregunta de lo invariable: “Parece que las ansias de poder no han cambiado mucho de entonces a ahora”, a lo cual Jesús Maeso de la Torre contesta subrayando la constancia del ser humano: “El hombre siempre actúa igual” (Velasco, 2010). En este mismo sentido de actualización, Jesús Maeso de la Torre sostiene que su novela Cúpula “es una gran reflexión sobre el poder, sobre la globalización política y sobre la siempre fallida alianza de civilizaciones”, agregando que “[l]os gobernantes nunca han cambiado” (Diariocrítico, s.f.). Con ello, el autor destaca algunos de los aspectos decisivos para la actualización memorialística del Rey Sabio a los que se añaden, entre otros, la problemática de género y la ya mencionada dimensión psicológica. La cuestión del poder se relaciona, evidentemente, con el Fecho del Imperio que Maeso de la Torre comenta en estos términos: “Era demasiado poder para un solo rey y un regalo envenenado” (p. 550). El reto que Alfonso perseguía con una ambición desenfrenada desemboca en una frustración tanto política como personal, revés que podría funcionar, en cambio, como un atractivo particular del personaje histórico para el siglo XXI: “Creo que la fascinación viene quizás porque se trata de un rey perdedor, cuyo fracaso colosal llevó a la guerra civil a Castilla” (Diariocrítico, s.f.).

En segundo lugar, los conceptos de “globalización política” y de “alianza de civilizaciones”, de la que Alfonso es considerado un “precursor”, aluden a las relaciones interculturales, como el autor afirma en otra entrevista: “En aquella época inventa la globalización política, era el rey de todas las religiones, de los judíos, de los musulmanes, de los cristianos. Él lo decía siempre” (Velasco Oliaga, 2014). Esta función integradora se cifra en la idea de un Rey Universal profetizado y reconocido por las tres religiones y que constituye en cierto sentido el reverso sublimado de su ambición imperial:

A lo largo de la época, iluminados, filósofos y sabios de las tres religiones avisaban de la llegada del Rex Mundi que reinaría e impondría la paz antes de la Segunda Venida de Cristo, del Mahdi musulmán, o del Mesías judío o Zonara. Esto explica la profecía de Joaquín de Fiore en su “Evangelio Eterno”, a la que se acogió el rey castellano. (Maeso de la Torre, 2010, p. 551)

Aparte de estas teorías, las relaciones interculturales juegan un papel decisivo a nivel de los personajes y de sus espacios de actuación –tanto en el marco de la “convivencia”, o sea el intercambio entre las tres culturas monoteístas, como entre las culturas nórdicas y mediterráneas–. A este respecto, Andalucía y Castilla, la Península Ibérica y Escandinavia se construyen como espacios de identidad cultural a partir de los cuales se genera un dinamismo a través de la acción novelesca, que confirma o pone en entredicho las dicotomías estereotípicas. Los guerreros septentrionales y los cortesanos clérigos castellanos, el médico o financiero judío y la profetisa de las costas boreales representan, cada uno a su manera, según la voluntad del autor o de la autora, facetas individuales de un proceso colectivo que se opera a través de los contactos interculturales entre cristianos, musulmanes y judíos, por una parte, entre norte y sur por otra, complementados por consideraciones sobre civilización y barbarie que adquieren gran importancia en estas actualizaciones.

Otro aspecto de modernidad es la cuestión de género, planteada bajo diversos ángulos en las novelas de Cristina Sánchez Andrade y Espido Freire, mientras que Jesús Maeso de la Torre resulta más convencional en este respecto. Ambas autoras contribuyen con ello a construir la memoria de “l[a]s vencid[a]s y l[a]s postergad[a]s por la historia” (Sanmartín, 2014, p. 42), “da[ndo] voz a aquellas mujeres que han sido utilizadas como moneda de cambio en transacciones políticas”.11 En La flor del norte se nos presenta a una Kristina recóndita, autorreflexiva, cuya memoria sirve de construcción identitaria al recordar su juventud en el Norte, en particular la relación privilegiada con su madre. En este sentido, la narración constituye también en cierta medida una novela de adolescencia femenina pseudoautobiográfica cuyo “tono intimista, casi confesional” (Hayam, 2016, p. 117) parece realizar el postulado de Marguerite Yourcenar, según la cual “la única novela histórica posible en nuestro tiempo, es aquella que toma posesión del mundo interior” (Hayam, 2016, p. 113). Aparte de este lado introspectivo, Freire retrata a su protagonista como una mujer “emancipada” que se dedica a importantes negocios económico-financieros asistida por su consejero judío Baruch. La novela Los escarpines de Kristina de Noruega, a su vez, ilustra los extremos de la condición femenina: por una parte, la opresión que sufren tanto la reina casada por motivos meramente dinástico-reproductivos, como la criada conversa, víctima de la violencia sexual de su amo, el arzobispo de Toledo. Por otra parte, la autora hace actuar de manera “moderna” y autodeterminada a algunas de sus figuras femeninas, como por ejemplo la joven abadesa de las Huelgas que quiere combatir la plaga de las langostas no mediante las plegarias, sino more aristotélico mediante la investigación científica empírica. A este respecto, llama la atención el significado de las ciencias como señal de modernidad que se pone de manifiesto, en particular, a través de los personajes médicos como Juda-ben-Joseph (Escarpines) o Beltrán Sina (Cúpula), representantes, asimismo, de la sociedad multicultural de la convivencia. Este último, cuyo nombre evoca, evidentemente, al gran Ibn Sina o Avicena,12 no es solo físico sino también “médico de almas”, o sea psicoterapeuta. En ambas calidades trata (y adora en secreto) a Kristina, enferma de cuerpo y alma, transformándose en su confidente privilegiado, lo que favorece, por supuesto, su papel de narrador. La perspectiva psicológica, rasgo “moderno” por excelencia, impregna la creación del personaje de Kristina en La flor del norte y afecta igualmente a la reina madre Berenguela en Los ecarpines, que sufre de los efectos funestos de su amor reprimido por el mismísimo Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, hasta “fuma[r] amapolas para sobrellevar la existencia”. De acuerdo con la idea de Alfonso X como “un precedente del humanismo y la modernidad” por “lo avanzado de su pensamiento” (Maeso de la Torre, 2010, p. 550), anticipando la interpretación histórica que H. Salvador Martínez presentará en 2016,13 las tres novelas construyen su época como lugar de la memoria para servir de espejo a la sociedad actual con sus varios problemas. Aparte de esta “actualización”, dos novelas del presente corpus contribuyen a problematizar los modos y maneras de “hacer memoria”, así como las implicaciones concomitantes respecto a la relación entre facta y ficta. Con ello se vuelve a plantear la convergencia entre historiografía y literatura, junto con el cuestionamiento del criterio de verdad, tal como lo han constatado y comentado lo teóricos del posmodernismo, en primer lugar, Linda Hutcheon y Hayden White.14

Entre ficta y facta I – La metaficción historiográfica en La cúpula del mundo

De manera característica para la metaficción historiográfica posmoderna, La cúpula del mundo ilustra y refleja el mismo proceso de construcción de la memoria, a través de una “mise en abîme” (Dällenbach, 1977). El autor crea un marco narrativo que identifica la novela como “memorial” (p. 37) que el Rey Sabio, ya mayor, le encarga a su consejero Beltrán Sina a modo de justificación y apología ante el papa Gregorio X: “El Pontífice me acusa veladamente de pactar con infieles y de haber servido a espaldas de la Iglesia a las peligrosas ambiciones de la Orden de los Caballeros Teutónicos, en complicidad con los enemigos paganos de la cruz.” (p. 30). Ante las sospechas del papa que amenazan con “socavar mi memoria futura”, el rey pretende “recomponerla” (p. 30) para “demonstrar [su] inocencia” (p. 34), “un menester (…) que precisa de una pluma leal y de un intelecto lúcido”. Para esta tarea delicada se dirige a Beltrán Sina –privado, médico, psiquiatra, confidente, y por ende “testigo irremplazable de los últimos 25 años de mi reinado, que los empeñé en lograr la Corona del Imperio” (p. 29), recordándole con insistencia que “[p]or aquel entonces eras mi conciencia, no lo olvides” (p. 30). Halagándole por “posee[r] la frescura de un testigo veraz alejado de las intrigas palaciegas” (p. 35), el monarca no le pide nada menos que un blanqueo de memoria, recurriendo con habilidad a la zona intermedia entre facta y ficta propia de la historiografía interesada: “Beltrán, la imaginación siempre ha tenido poderes que ninguna ciencia puede igualar. La realidad es sucia, pero la inventiva es limpia y dorada.” (pp. 35-36). Al aceptar el encargo, Beltrán sacrifica su pretendida veracidad –no solo por motivos de sumisión jerárquica, sino también por estar involucrado él mismo en esta historia: “– Lo haré, y la posteridad sabrá de vuestra irreprochable conducta –lo aceptó sumiso–. De paso podré conjurar los espectros de mi pasado” (p. 36). Y mientras el rey de Castilla “[i]mplor[a] al Creador y a santa María que se salve mi memoria” (p. 37), su cronista se abandona a sus propios recuerdos, entremezclando la historia oficial con “las revelaciones y confidencias de [aquellos] a los que auxilió como médico del alma” (p. 41).

En el epílogo, este marco se cierra, al concluirse “el memorando para Roma” (p. 525), o sea la novela, permitiendo reflexionar una última vez sobre la escritura memorialística, tanto de parte del inspirador como del cronista. Para ambos, la escritura, respectivamente la lectura, significa “vivir dos veces” (p. 525, p. 529), pues el goce aumenta mediante el recuerdo y la reflexión:

– Cuando leía cómo los sucesos de la política han arrebatado parte de mi vida, pensé que tú, mi leal, mi buen vasallo y mejor amigo, me devolvías en cada hoja mi pasado reciente para que lo viviera dos veces y sufriera otras tantas. Pero para mi asombro no sentí dolor, sino consuelo y dicha. Analicé mis errores, pero también mis actos de justicia, llenándome de confianza, pues he comprobado que a los ojos del mundo obré con honradez. (Maeso de la Torre, 2010, pp. 529-530)

Asimismo, al cumplir el encargo del rey, el “médico del alma” brinda un último acto terapéutico a su paciente real, quien reconoce: “Nunca dejarás de hacer milagros con mi alma desollada, Beltrán. Que Dios te lo premie” (p. 530). Según el diagnóstico del narrador-cronista-psicoterapeuta, la crónica del monarca fue redactada por él, o sea “tu crónica” (p. 526), “[e]s una crónica de sentimientos, almas rasgadas y egoísmos mal comprendidos” (p. 529). Para el rey de Castilla, a su vez, esta empresa memorialística posee por lo menos tres significados: por una parte, sirve de justificación frente al Pontífice, por otra parte, opera con vistas al pasado y al futuro, perfectamente acorde con la mentalidad de un monarca medieval ansioso por perpetuar su memoria.15 Consciente de que “sólo Dios [l]e juzgará”, por una parte, quiere “ser digno de [sus] antepasados” (p. 529) y por otra anhela unos laureles inmarcesibles: “Sólo confío, mi Señor, en que ese testimonio obtenga el favor de la inmortalidad, aunque no de la notoriedad” (p. 528). Al contrario de su señor, Beltrán Sina no aspira a la memoria eterna sino que busca el olvido, complemento inevitable y hasta deseado o deseable de la memoria (por no decir del culto de la memoria), como ha demostrado Harald Weinrich en su notable estudio titulado precisamente Lethe (2005). Junto con el juglar-payaso Gudlaik, Beltrán Sina emprenderá un viaje a Bergen para ocuparse de las reliquias de san Olav, con lo cual echa un puente hacia el presente, como se verá más adelante:

– Mi señor, Gudleik y yo hemos recibido una carta de su eminencia el arzobispo Peter Hamar invitándonos a Bergen para resolver el asunto de las reliquias de san Olav. Pero a vos no os voy a mentir, Piissimus rex. Nos hemos propuesto viajar a Noruega para que nuestro nombre pase al olvido en este reino. (Maeso de la Torre, 2010, p. 534)

De acuerdo con el planteamiento memorialístico de la novela, va a ser el narrador-consejero-médico intercultural Beltrán Sina el destinado a echar una última mirada sobre el Rey Sabio con vistas a perpetuarlo en la memoria cultural, planteando varias opciones en cuanto a la imagen que deberá quedar de él en las generaciones venideras: “Beltrán contempló a don Alfonso por última vez. ¿Había sido un héroe desatinado? ¿Un rey soñador? ¿Un hombre codicioso? ¿Un monarca adelantado a su siglo?” (p. 544). De esta manera, las cuestiones de valoración histórica quedan abiertas, dirigidas a los lectores venideros.

Entre ficta y facta II – El intertexto de la Hákonar saga Hákonarsonar en La flor del norte

La novela de Espido Freire sobre Kristina de Noruega se distingue, entre otros, por una serie de intertextos que contribuyen a orientar la lectura e interpretación, añadiendo un nivel semántico suplementario. Sendos epígrafes preceden las tres partes de la narración. A manera de apertura, la autora cita el conocido párrafo del testamento de Fernando III donde el rey santo se refiere al posible éxito o fracaso de su sucesor, con lo cual se plantea la importancia del principio dinástico que domina la vida de los protagonistas, así como la valoración de la actuación de Alfonso, artífice de la alianza matrimonial en la que se centra la novela. El segundo epígrafe de la primera parte procede de las Meditaciones de Marco Aurelio. Se trata de una reflexión filosófica sobre el tiempo y su relevancia para la vida del hombre, ponderación pertinente con vistas al trágico destino de la joven princesa escandinava. La última parte de la novela es encabezada por los versos iniciales de la Cantiga 345, referente a la conquista de Jerez, y el Ejemplo XXXV del Conde Lucanor escrito por el sobrino del Rey Sabio, el famoso pre-texto de la comedia The Taming of the Shrew (1594), de William Shakespeare, cita destinada probablemente a ilustrar la misoginia dominante. Los epígrafes que sirven de introducción a la sección intermedia son de particular interés. Por una parte, Freire recuerda aquí los célebres versos del Cantar de Mío Cid que evocan las lágrimas de Ruy Díaz y las de los burgaleses al exclamarse “¡Dios, qué buen vasallo! ¡Si hubiese buen señor!” (p. 135). Con ello se alude evidentemente al dolor del destierro que también resiente Kristina frente al desarraigo cultural provocado por la forzada alianza matrimonial, forjada en aras del principio dinástico y de la política imperial por Alfonso, comparado en este sentido con Alfonso VI, el injusto señor del Cid. El otro epígrafe a la segunda parte nos lleva por fin al intertexto decisivo, meollo historiográfico de la presente novela, a saber, la Hákonar saga Hákonarsonar. La correspondiente cita se refiere precisamente al exilio doloroso provocado por el proyecto matrimonial y la duda respecto a la acogida en tierras meridionales:



El héroe envió a la doncella
A países lejanos, a través de mares bravíos.
¡Oh, rey! Nunca se supo de una princesa
Que obtuviera una dote más espléndida.
Los remeros se la llevaron
Con su fortuna, por el mar, hacia el sur.
Ojalá esos monarcas reciban a esa hija tuya
Como si fuerais vos quien atraviesa el mar. (Freire, 2011, p. 135)16

Sturli Thoradsson, el autor de esta “crónica” es presentado junto a su tío, Snorri Sturlusson, en una breve nota biográfica en el “Índice de personajes” al final del libro: “Snorri Sturlusson y su sobrino Sturli Thoradsson fueron nobles islandeses, y grandes poetas. (…) Su sobrino, menos conocido, vivió como poeta oficial en Noruega, y fue autor de la saga que narra el viaje de Kristina” (Freire, 2011, p. 358). Además, está presente en el mismo texto para exhibir la brillante cultura de corte iniciada por Haakon el Joven –que morirá antes de poder suceder a su padre– sugiriendo encargar la redacción de la saga a Sturli: “Deberíamos atraer a los poetas, para que cantaran la gloria de Noruega. Paguemos bien a Sturli Thoradsson, y que se instale en nuestra corte, que eduque a Magnus y que versifique nuestras hazañas” (p. 143). A imitación de Sturli, una auténtica “caravana” de escaldos islandeses, “poetas, juglares, músicos, nobles que alegraban las tardes con instrumentos y cantos” (Ibíd.), se instalan en la corte de Noruega, contribuyendo al “auge de la literatura noruega”, verdadero “siglo de oro” marcado por la “europeización”, las traducciones “del latín y del francés”, así como por la introducción del “espíritu cortés” (Almazán, 1983, p. 102). Entre esta turbamulta de literatos y trovadores destaca Jan Gudleik, el juglar preferido de Kristina, que también aparece en La cúpula del mundo. Según la fantasía de la autora es él quien, junto con sus colegas, va a actuar en el sentido de la transmisión cultural al introducir en el Norte la poesía a la manera de los trovadores meridionales y el concepto de amor cortés, componiendo asimismo el único testimonio poético dedicado a Kristina: “Cuando me prometí, (…) preparó unas endechas en mi honor, como la única huella que, pasado los años, quedaría de mí en mi tierra” (Freire, 2011, p. 144; ver también p. 244). En este contexto, los personajes de literatos sirven también para introducir una reflexión metanarrativa a propósito de la relación entre ficta y facta, que se pone en boca del infante Haakon y de su padre, quien deplora la mezcla de ambas categorías. La reflexión, además, proporciona un comentario oportuno a la poética narrativa de la presente novela, y en particular del actual capítulo, que entreteje la crónica medieval con la inventiva de la autora, unos 750 años más tarde:

– El estilo ha cambiado –decía mi hermano–. Si en las sagas y las antiguas leyendas se esperaba que la historia fuera verdadera y el estilo hermoso, ahora basta con que la historia y el estilo sean hermosos.

– Estos infelices no hacen sino lo que siempre se hizo –reflexionaba mi padre–. Revolver la verdad con la mentira, y que no puedan distinguirse. (Freire, 2011, p. 145)

Aparte de las repetidas alusiones a la “revolución cultural” provocada por la importación de la poesía trovadoresca en la literatura y los usos amorosos de la corte escandinava (Freire, 2011, p. 154), así como a los cuentos de Robin Hood (p. 181, p. 195) que Kristina conocerá en la etapa inglesa de su viaje rumbo al sur, la vida cultural en la corte de Aragón –donde la princesa nórdica cree reconocer el arquetipo del amor cortés (p. 210)– sirve de motivo para tematizar las diferencias y similitudes culturales en el ámbito literario:

Eran los reinos del sur tan amigos del contar relatos como nosotros, pero sus enseñanzas eran otras, y su manera de narrar, muy distinta. No conocían a los trolls ni a los hombres de hielo, no sabían nada del árbol Yggdrasil, y llamaban Parcas a las Nornas. Nadie les había acercado a las historias de Robin el Encapuchado, pero compartían las del Pobrecito, su lobo y sus alondras. (Freire, 2011, p. 215)

La fábula del lobo de Gubbio, a su vez, relato hagiográfico que le cuenta el mismo Jaime el Conquistador, plantea no el simple contraste entre verdad y mentira, crónica y ficción, sino la verdad superior del milagro, como le explica el monarca aragonés, que incluye, a su vez, una profunda verdad antropológica, la del “hermano lobo” (Freire, 2011, pp. 215-217): “No es una historia, sino una verdad bien contrastada, y uno de los milagros de Francisco el de Asís, el santo pobre” (p. 215). Posteriormente, llegada ya a la corte de Castilla, el Rey Sabio, su cuñado y yerno del anterior, le recomendará la lectura del fabulario oriental Calila y Dimna que él mismo mandó traducir del árabe al castellano, por ser estas historias “deleitosas y propias para las damas” (p. 226), juicio probablemente no tan certero de parte de la autora si se tiene en cuenta su función como espejo de príncipes. Sin embargo, tal observación se sitúa de manera intencionada en el marco de una conversación entre Alfonso y su cuñada a propósito del papel de la mujer para la literatura de corte y de la educación femenina, retomando con ello un tema “moderno” por excelencia, como mencionado arriba. El diálogo revelador se inicia con la pregunta del rey:

– ¿Os gustan las historias, señora?

– Mucho –asentí–; pero casi siempre he de contentarme con las que los cantores me dedican y con los poemas que narran.

– Así lo hacen, en general, las damas.

– En mi caso, sólo me queda la poesía para el disfrute, porque no sé escribir –dije.

El rey clavó en mí una mirada penetrante. La reina, sentada frente a nosotros, no perdía una palabra. (Freire, 2011, p. 226)

La reacción escandalizada de los reyes de Castilla ante la sospecha de una cuñada analfabeta, alabada por los mensajeros escandinavos como dechado de sabiduría, da motivo a un monólogo interior que describe de manera esclarecedora su propia situación como mujer e hija de rey en el contexto cultural de la sociedad de corte nórdica. Frente a la autoridad abrumadora del Rey Sabio, Espido Freire articula aquí un doble declive según los corrientes estereotipos, a saber la desigualdad de género en cuanto a una educación conforme con las siete artes liberales, y la discrepancia entre las culturas del norte y del sur de Europa consideradas como más o menos avanzadas:

Hubiera deseado decirles que no se estilaba, en mi tierra, que las damas recibiéramos una educación basada en las tres y las cuatro normas, salvo que se nos destinara a la Iglesia. Que hablaba con corrección sueco, danés e islandés, inglés y francés. Que lo que en realidad había querido contarle era que no sabía escribir narraciones, pero que era una poeta bastante hábil, que una de mis ocupaciones con Riquilda y sus damas había sido versificar en islandés, al estilo de Snorri Sturlusson, y que las aventajaba a todas ellas, tras horas y horas de escuchar a nuestros poetas.

Fui tímida y callé. Miraba el fondo de mi plato y fingía entusiasmo ante las bailarinas que hacían acrobacias con bolas y bastones. Para Alfonso, que hablaba las lenguas peninsulares, más el provenzal, el árabe, el griego y el hebreo, que conocía de astrología y de leyes, ¿qué significaba el islandés? (Freire, 2011, p. 226)

Ese es el contexto (trans)cultural en el que se sitúa Sturli Thoradsson, cuya Hákonar saga Hákonarsonar constituye la fuente más fidedigna respecto a los desposorios entre Kristina Hákonardóttir y el Infante Felipe, mientras que la Crónica de Alfonso X, redactada casi medio siglo después de su muerte por orden de su bisnieto Alfonso XI, presenta varias incongruencias.17 Hace más de un siglo y medio que el historiador noruego Peter Andreas Munch presentó en 1856 a la Real Academia de la Historia la Hákonar saga pidiendo casi desesperadamente a los eruditos españoles información sobre los correspondientes testimonios hispánicos respecto a este notable acontecimiento histórico –con escasos resultados (De Guzmán y Gallo, 1919, pp. 19-35). En 1983, el historiador Vicente Almazán publica la traducción castellana del episodio decisivo (Almazán, 1983, pp. 101-110) poniendo al alcance de la comunidad científica18 y literaria estos conocimientos tan notables como sugerentes.

Más allá del epígrafe que se sitúa en el umbral de la diégesis, la saga va a formar parte de la narración a través de citas, señaladas como intertexto por cursivas, que abarcan desde pocas líneas hasta más de una página. A un nivel genético, la crónica nórdica parece funcionar como impulso desencadenante de la imaginación pseudo-autobiográfica de la autora, Espido Freire, o de la narradora, Kristina. Se trata de una veintena de citas que siguen paso a paso el relato “del viaje a Epaña y la boda de la princesa Cristina” según las siete partes repartidas de manera discontinua entre los capítulos 284 a 296 de la saga original tal como las presenta Vicente Almazán.19 Sin embargo, la novelista no se atiene fielmente a la traducción de Vicente Almazán, pues efectúa modificaciones estilísticas tanto a nivel sintáctico como léxico, sirviéndose de un registro retórico más elevado y algo arcaizante. También parece corresponder a motivos estilísticos el haber cambiado los apodos de dos caballeros noruegos:20 Thorleif el Enojado (Almazán, 1983, p. 109) pasa a ser Thorleif el Furioso (Freire, 2011, p. 249), y Loddin el Rizo (Almazán, 1983, p. 109) se transforma en Loddin el Velloso (Freire, 2011, p. 254). Asimismo, en dos momentos destacados hacia el final de las interpolaciones, la novelista añade sendas frases conclusivas que puntualizan el sentido de la acción respectiva. Cuando después de haber conocido a todos los hermanos de Alfonso X, Kristina se decide a favor de Felipe, por ser el que más le gusta al rey y a ella, la crónica resume: “Por eso, ella escogió a este, siguiendo el consejo de sus amigos” para dar paso a un canto (Almazán, 1983, p. 109). Espido Freire, a su vez, añade: “Así, de entre los señores, escogió ella al mejor” (Freire, 2011, p. 237), subrayando con ello el carácter individual y egregio de la elección. La segunda modificación se produce cuando Ivar, el acompañante preferido de Kristina, parte hacia Jerusalén y “murió por el camino” (Almazán, 1983, p. 109). Al laconismo de la saga, la novelista añade el comentario “Nadie supo de qué” (Freire 2011, p. 249), sugiriendo así un interrogante en consonancia con el retrato más personalizado de este personaje secundario.

Junto con poner de relieve la naturaleza híbrida del proceso memorialístico, el tejido intertextual plantea la compleja relación dialéctica entre el escueto testimonio de la crónica que contribuye, a través de la fijación por escrito, a la formación de una identidad colectiva y hasta nacional, y la invención de una memoria subjetiva complementaria que pertenece al ámbito imaginario-ficticio. Ambos tipos de escritura aportan su grano de arena a la conformación de la memoria cultural que abarca, en el presente caso, la testificación cronística del acontecimiento, de impronta masculina, y la invención de una memoria afectiva individual de carácter femenino que permite trazar un panorama más vasto de unas fingidas “realidades” históricas entre materiales y psicológicas.

Entre ficta y facta III – Los lugares de la memoria

Si las tres novelas analizadas contribuyen a construir la época de Alfonso X como lugar de la memoria, ellas mismas mantienen una relación tan ambigua como fructífera con varios lugares concretos de la memoria, entre los cuales destacan los monumentos fúnebres, cuya función esencial es precisamente conservar la memoria. En este sentido, Jesús Maeso de la Torre menciona, al final de La cúpula del mundo, los dos entierros del Rey Sabio, contrarios a su última voluntad: “El corazón de don Alfonso no fue trasladado nunca a Jerusalén como él deseaba, sino que reposa en la catedral de Murcia, como su cuerpo en la de Sevilla, en la Capilla de los Reyes” (Maeso de la Torre, 2010, p. 551). Asimismo, el sepulcro del Infante Felipe en la Iglesia de Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga y, en particular, el sarcófago de Kristina en la Colegiata de Covarrubias constituyen lugares de rememoración y de inspiración para los autores. Tanto el autor de La cúpula del mundo como Espido Freire se refieren a este último por contener unas “reliquias” sugerentes. La breve semblanza biográfica de Kristina en el “Índice de personajes” al final de La flor del norte reza: “Su tumba se encuentra en la colegiata de Covarrubias. Cuando fue abierta, se encontró una momia con el cabello aún rubio, y algunos remedios medicinales adecuados para enfermedades del oído y del riñón.” (Freire, 2011, p. 361). Jesús Maeso de la Torre, a su vez, evoca una mortaja de seda roja y “un pergamino con versos y tres recetas para el mal de oídos, prescritas por [un] médico”, en la que se menciona a un médico “de origen judío o musulmán” que se cita en la crónica de Sturli Thoradsson por haber formado “parte de la delegación española y atendi[do] tanto a la princesa como al heredero Haakón antes de morir”, huella a partir de la cual se forjará al protagonista Beltrán Sina (Maeso de la Torre, 2010, p. 549). Desde la identificación de los restos de Kristina en el año 1958, su sepultura se ha convertido en un verdadero lugar de peregrinaje gracias a la labor de la Fundación Kristina de Noruega, fundada en 1992,21 que fomenta el culto a la princesa escandinava: “Hoy, a través de la Fundación Kristina de Noruega, centenares de sus compatriotas visitan el sepulcro de Kristina en Covarrubias, en la colegiata de San Cosme y San Damián, y lo llenan de flores, recordando la novelesca aventura en el reino del sur” (Maeso de la Torre, 2010, p. 549). También las novelas dedicadas a la esposa del infante Felipe y con ello a la memoria del Rey Sabio se inscriben dentro de esta empresa de propaganda cultural,22 como demuestran los agradecimientos que Cristina Sánchez Andrade, autora de Los escarpines de Kristina de Noruega dirige “a la Fundación Kristina de Noruega (…) y su calurosa acogida en Bergen”. La misma institución cultural se encargó de construir, cerca de Covarrubias, una capilla dedicada a San Olav (Gallardo López, 2011), cumpliendo con ello un voto de la princesa en honor de su patrono nacional, acto de devoción que también figura en las novelas, por ejemplo cuando Beltrán Sina se despide de su señor, el rey de Castilla, al final de La cúpula del mundo: “Mi señor, Gudleik y yo hemos recibido una carta de su eminencia el arzobispo Peter Hamar invitándonos a Bergen para resolver el asunto de las reliquias de san Olav” (Maeso de la Torre, 2010, p. 534). La misma capilla de San Olav constituye una etapa en el Camino Europeo de San Olav (Council of Europe, 2020) inaugurado en 2010, que se agrega al histórico Camino de Santiago para mantener viva la memoria de la Edad Media hispánica a escala europea. Esta misma “reivindicación de la idea de Europa basada en el pasado medieval” (Sanmartín, 2014, p. 43), surgida en el romanticismo y revitalizada después del fin de los grandes relatos en torno a 1989, es destacada por Jesús Maeso de la Torre en su apreciación global de Alfonso X de Castilla: “Fue un rey universal, prestigioso, vividor y fundamentalmente muy ilustrado y comprometido con el saber y la ciencia. Europa le debe mucho” (Diariocrítico, s.f.).

Como se habrá podido comprobar a lo largo de estas páginas, no se trata en las novelas analizadas de construir una memoria de Noruega para España, sino de servirse del personaje borroso de esta princesa nórdica, exótica y hasta cierto punto bárbara en cuanto alteridad cultural que permita construir una nueva visión reveladora de la época de Alfonso X.

Epílogo: Dramatis personae – Viñetas para la memoria de Alfonso el Sabio

A la manera de una galería de retratos, tanto La flor del norte como La cúpula del mundo brindan, al final del libro, respectivamente, un “Índice de personajes” (Freire, 2011, pp. 355-361) y una “Nota de autor” (Maeso de la Torre, 2010, pp. 549-551), que recuerdan los protagonistas históricos, entre ellos el Rey Sabio. Estas miniaturas sintetizan las características esenciales de este monarca con vistas a los lectores de hoy. A este respecto, Espido Freire reúne bajo el adjetivo tan sugestivo como impreciso de “fascinante”, destinado a despertar el interés, varios rasgos heterogéneos, algunos de los cuales ofrecen posibilidades de identificación para un público contemporáneo bastante amplio:

Alfonso X de Castilla, el Sabio, fue un rey fascinante e inabarcable, de largo reinado (1252-1284). Legislador, guerrero, estratega, escritor, poeta, lingüista, astrónomo, eterno aspirante a la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, empresa a la que dedicó enormes cantidades de dinero y esfuerzo; sorprende descubrir su actividad diaria. Su reinado, profundamente reformador, que tuvo en cuenta una intensa campaña de repoblación tras las guerras, no estuvo exento de conquistas ni enfrentamientos (con sus hijos, con sus hermanos, con reyes vecinos). Casado con Violante de Aragón, tuvo quince hijos, diez de ellos con ella. Devoto del saber, las lenguas, el ajedrez, las leyes y la Virgen María, se cree que en ella veía la imagen idealizada de su madre, Beatriz de Suabia. Se cree que murió de un cáncer de mandíbula. (Freire, 2011, p. 359)

La cúpula del mundo también presenta una imagen ambigua de Alfonso, particularmente en cuanto al “Fecho del Imperio” y su fracaso (Maeso de la Torre, 2010, pp. 549-550). Sin embargo, se le considera como “el rey más brillante y universal del medievo hispano” (p. 550) y, con referencia a la “historiografía moderna”, como “uno de los reyes más carismáticos de la España medieval cristiana, a pesar de no poseer las dotes guerreras y de mando de su padre Fernando III” (Ibíd.). Prevalece en el autor Jesús Maeso de la Torre una actitud apologética que él mismo explica en la ya mencionada entrevista con Diariocrítico al afirmar: “Alfonso X es un personaje muy poco tratado (…). En este libro trato de saldar una deuda porque ciertamente creo que Alfonso X merecía tener más prestigio” (Diariocrítico, s.f.). La enumeración de sus varios méritos –desde la perspectiva de hoy– hace de él un precursor, lo que facilita la reapropiación de su figura por parte de la época contemporánea:

En su tiempo fue tenido por un reconocido mecenas de las artes y la cultura que, además, reformó la moneda, la hacienda y las leyes, y dio carta de naturaleza a la lengua castellana que sustituyó al latín en la cancillería real; quizá sea ésta su faceta más interesante. Logró un auténtico renacimiento de la literatura, de la propia lengua castellana, del derecho y de la ciencia, de donde le proviene el nombre de “Sabio”, o “el Alquimista”, como le llamaba la Universidad de París. Por eso, en la figura de Alfonso X se ha visto un precedente del humanismo y la modernidad, dada su prudente acción política y lo avanzado de su pensamiento. (Maeso de la Torre, 2010, p. 550)

Presente y pasado, post- y premodernidad confluyen al construirse un lugar de la memoria dedicado a Alfonso X, monarca de un “reino precursor”, como reza el lema de la conmemoración oficial del VIIIo Centenario, y cuyo mejor recuerdo consiste en su propia obra, evocada por los novelistas aquí estudiados del siglo XXI: “su vasta obra literaria se perpetuó como un monumento imperecedero a su memoria” (Maeso de la Torre, 2010, p. 550).

Referencias

Albert, M., Becker, U., Brüggen, E. y Kellermann, K. (2019). Textualität von Macht und Herrschaft. Literarische Verfahren im Horizont transkultureller Forschungen [Textualidad de poder y señorío. Recursos literarios en el horizonte de la investigación transcultural]. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht.

Almazán, V. (1983). El viaje de la princesa Cristina a Valladolid (1257-58), según la saga islandesa del rey Hákon. Archivos Leoneses. Revista de estudio y documentación de los Reino Hispano-Occidentales, 73, 101-110.

Dällenbach, L. (1977). Le récit spéculaire (Essai sur la mise en abyme). Paris: Seuil.

De Guzmán P. y Gallo, J. (1919). La princesa Cristina de Noruega y el Infante don Felipe, hermano de don Alfonso el Sabio. Boletín de la Real Academia de la Historia, LXXIV, 39-65.

Diariocrítico (s.f.). Jesús Maeso de la Torre, Escritor. – “La novela reflexiona sobre el poder, la globalización política y la siempre fallida alianza de civilizaciones”. Recuperado de https://www.diariocritico.com/noticia/215358/noticias/la-novela-reflexiona-sobre-el-poder-la-globalizacion-politica-y-la-siempre-fallida-alianza-de-civilizaciones.html

Fischer, E. (2016). Kristín Hákondóttir, 1234-1262. Eine Prinzessin am norwegischen und spanischen Königshof [Kristín Hákondóttir, 1234-1262. Una princesa en las cortes reales de Noruega y Castilla]. Wien: Fassbaender.

Freire, E. (2011). La flor del norte. Madrid: Planeta.

Fundación Princesa Kristina de Noruega. Recuperado de http://www.fundacionprincesakristina.com/en/

Gallardo López, M. D. (3 de octubre de 2011). Inauguración de la ermita de S. Olav en Cobarrubias. Asociación madrileña de críticos de arte, criticosartemadrid. Recuperado de: https://amca-criticosartemadrid.org/inauguracion-de-la-ermita-de-s-olav-en-covarrubias-burgos/

Genette, G. (1982) Palimpsestes. La Littérature au second degré. París: Seuil.

Gordo Molina, A. G. (2007). La princesa Kristina de Noruega en la corte del rey Alfonso X de Castilla y León. La persecución de objetivos políticos e ideológicos por la vía de las alianzas matrimoniales. Intus - legere: Historia, 1(1/2), 175-190.

Hayam, A. M. (2016). Ella tiene la palabra. Kristina de Noruega en la narrativa española: ¿Un cuento de hadas? ¿Un relato histórico? ¿Una leyenda? En C. Strosetzki (Coord.), Perspectivas actuales del hispanismo mundial. Literatura - Cultura - Lengua (pp. 111-124). Münster: Wissenschaftliche Schriften der WWU Münster.

Hutcheon, L. (1988). A Poetics of Postmodernism [Una poética del posmodernismo]. London: Routledge.

Jauß, H. R. (1977). Alterität und Modernität der mittelalterlichen Literatur [Alteridad y modernidad de la literatura medieval]. München: Fink.

Maeso de la Torre, J. (2010). La cúpula del mundo. Barcelona: Círculo de Lectores.

Manrique Antón, T. (2013). Literatur im Dienst der Monarchie: Alfons X., ‘der Weise’ und Hákon IV. auf der Suche nach der nationalen Identität [La literatura al servicio de la monarquía: Alfonso el Sabio y Hákon IV en busca de la identidad nacional]. En T. Seiler (Ed.), Skandinavisch-iberoamerikanische Kulturbeziehungen [Relaciones interculturales escandinavo-iberoamericanas] (pp. 15-34). Tübingen: A. Francke Verlag.

Martínez Santamarta, H. S. (2003). Alfonso X, el Sabio: una biografía. Madrid: Ediciones Polifemo.

Martínez Santamarta, H. S. (2016). Alfonso X el Sabio. Ensayo sobre los orígenes del humanismo vernáculo. Madrid: Ediciones Polifemo.

Merino, J. M. (Ed.) (2016). Calila y Dimna. Madrid: Páginas de Espuma.

Ruta de los Caminos de San Olav. Council of Europe. (2020). Recuperado de https://www.coe.int/es/web/cultural-routes/the-route-of-saint-olav-ways

Sánchez Andrade, C. (2010). Los escarpines de Kristina de Noruega. Madrid: Ediciones Martínez Roca.

Sanmartín, I. (2014). La historia como memoria y la memoria como historia. La unicidad entre historia y memoria a partir del presente medieval. Tiempo Presente. Revista de Historia, 2, 41-52.

Velasco, A. (7 de mayo de 2010). Entrevista a Jesús Maeso de la Torre [Lecturofilia]. Recuperado de http://blogs.grupojoly.com/lecturofilia/2010/05/07/entrevista-a-jesus-maeso-de-la-torre/

Velasco Oliaga, J. (23 de octubre de 2014). Entrevista a Jesús Maeso de la Torre, autor de "La cúpula del mundo", [Todo Literatura]. Recuperado de https://www.todoliteratura.es/noticia/6843/entrevistas/entrevista-a-jesus-maeso-de-la-torre-autor-de-la-cupula-del-mundo.html

Weinrich, H. (2005). Lethe. Kunst und Kritik des Vergessens [Lethe. Arte y crítica del olvido]. München: Beck.

White, H. (1973). Metahistory. The Historical Imagination in Nineteenth Century Europe [Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa decimonónica]. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

White, H. (1978). Tropics of Discourse: Essays in Cultural Criticism [Trópicos del discurso. Ensayos de crítica cultural]. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Notas

1 El presente artículo es fruto del proyecto de investigación “Poder y Señorío en la literatura novelística sapiencial castellana (1250-1350)” dirigido por la autora en el marco del grupo de investigación “Poder y Señorío. Configuraciones premodernas en perspectiva transcultural” financiado por la Sociedad Alemana de Investigación (Deutsche Forschungsgemeinschaft, DFG; SFB 1167 “Macht und Herrschaft. Vormoderne Konfigurationen in transkultureller Perspektive”). Una primera versión fue presentada en el marco del panel “La cultura alfonsí como lugar de la memoria: Literatura, saberes y poder monárquico” organizado con motivo del International Medieval Congress (Leeds, 2018).
2 Ver Sanmartín (2014, pp. 41-52; 43).
3 Sin seguir con detalle los conceptos de Jauß, nos referimos a Hans Robert Jauß (1977).
4 Ver, por ejemplo, la tesis de doctorado de la escandinavista Ellen Fischer (2016).
5 Para una comparación entre esta novela y la obra posterior de Espido Freire, ver Hayam (2016).
6 A lo largo de la acción novelística, los escarpines se evidencian como objeto simbólico que denota tanto la herencia imperial como la represión de la mujer, aspectos que marcan ambos el destino de las señoras de sangre real.
7 En este sentido, Manuel Rivas caracteriza esta novela como “Una escritura que trabaja con los sentidos, una leyenda a ras de suelo, salvaje y feroz… algo radicalmente nuevo en la literatura en castellano, original e insólita.” Recuperado de https://www.amazon.com/El-ni%C3%B1o-que-com%C3%ADa-lana/dp/8433998870
8 La publicidad de la editorial reza: “Aprovechando estos hechos reales, apasionantes y prácticamente desconocidos de la historia del siglo XIII español y noruego, Sánchez-Andrade construye una novela que es casi una fábula enternecedora y sorprendente.” Recuperado de https://tienda.sophosenlinea.com/libro/los-escarpines-de-kristina-de-noruega_58894
9 Ver Hayam (2016, p. 117).
10 Ver Israel Sanmartín (2014, p. 42).
11 Ver la reseña de Belén Antón en El Diario de Burgos, 13.01.2011, citada por Hayam (2016, p. 112).
12 A través de estos personajes médicos, las novelas pertenecen también a un determinado subgénero de la novela histórica de ambientación medieval, el de protagonistas médicos o paramédicos, iniciado por El médico (1986) de Noah Gorden (donde el mimo Avicena aparece con motivo de la peste de Ispahan), seguido por barberos, parteras, etc.
13 Ver Salvador Martínez (2003).
14 Ver Linda Hutcheon (1988) y Hayden White (1973 y 1978).
15 Ver el artículo de Ulrike Becker en el presente volumen.
16 Ver Vicente Almazán (1983, p. 106).
17 Ver Ángel G. Gordo Molina (2007).
18 Ver, por ejemplo, H. Salvador Martínez (2003), Gordo Molina (2007), Teodoro Manrique Antón (2013).
19 Ver las referencias en Freire, 2011 (más fragmentadas que en la traducción de 1983), seguidas por su respectiva fuente en Almazán (1983): pp. 137s./104, 146s./104, 164/104s., 168/105, 171s./105s., 175s./106, 185/106, 191/106s., 208/107, 220/107, 221s./108, 231/108, 232/108, 234/108, 235/108, 237/109, 239/109, 244/109, 249/109, 254s./109.
20 No se percibe el motivo por haber cambiado el nombre de Nicolás (Almazán, 1983, p.109), otro personaje del séquito, por el de Peter (Freire, 2011, p. 249).
22 Orgullosa, la Fundación anuncia: “A lo largo de los años hemos recibido peticiones de información por parte de personas interesadas en escribir libros, obras de teatro, documentales de televisión, obras de música, etc. sobre la princesa Kristina. En un solo año se publicaron 4 novelas sobre Kristina.”.

Recepción: 23 Abril 2021

Aprobación: 23 Septiembre 2021

Publicación: 01 Noviembre 2021

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R